miércoles, 23 de febrero de 2011

FARMACOS


Las úlceras se tratan generalmente durante 6 sema-nas, como mínimo, con fármacos que reducen el medio ácido del estómago y del duodeno. Cualquiera de los fármacos antiulcerosos puede neutralizar o reducir el ácido del estómago y aliviar los síntomas, generalmente en pocos días. Habitualmente, si éstos no se alivian por completo o si reaparecen cuando se suprime el fármaco, se realizan otras pruebas complementarias.

El sucralfato puede actuar formando una capa protectora en la base de la úlcera para favorecer la curación. Funciona bien en úlceras pépticas y es una alternativa razonable a los antiácidos. El sucralfato se toma tres o cuatro veces al día y no se absorbe en el flujo sanguíneo, y por ello tiene pocos efectos colaterales. Sin embargo, puede provocar estreñimiento.

Los antagonistas H2 (cimetidina, ranitidina, famotidina y nizatidina) favorecen la curación de las úlceras reduciendo el ácido y las enzimas digestivas en el estómago y el duodeno. Estos fármacos son altamente eficaces y se toman sólo una o dos veces al día. En general, presentan pocos efectos secundarios importantes y varios de ellos se pueden adquirir sin prescripción médica. Sin embargo, la cimetidina puede producir un aumento del tamaño de las mamas en los varones que desaparece al suspender la medicación. Con menos frecuencia, la cimetidina puede causar impotencia en varones que ingieren altas dosis durante períodos prolongados. En menos del uno por ciento de las personas tratadas con cimetidina se han comunicado cambios en el estado mental (sobre todo en las personas de edad avanzada), diarrea, erupción cutánea, fiebre y dolores musculares. Si una persona que toma cimetidina sufre cualquiera de estos efectos secundarios, se puede solucionar el problema cambiando a otro antagonista H2. Dado que la cimetidina puede interferir con la eliminación de ciertos fármacos del organismo (como la teofilina para el asma, la warfarina para la coagulación y la fenitoína para la epilepsia), estas personas deben informar a sus médicos de que están tomando cimetidina.

El omeprazol y el lansoprazol son fármacos muy potentes que inhiben la producción de todas las enzimas necesarias para la producción ácida del estómago. Estos medicamentos pueden inhibir por completo la secreción ácida y tienen efectos de acción prolongada. Favorecen la curación de un gran porcentaje de personas en un período de tiempo más corto que los antagonistas H2. Son particularmente útiles en el tratamiento de la esofagitis, con o sin úlceras esofágicas, y en personas con otros trastornos que afecten la secreción ácida del estómago, como el síndrome de Zollinger-Ellison.

Los antibióticos se están utilizando cada vez más en los casos en que la bacteria Helicobacter pylori es la principal causa subyacente de las úlceras. El tratamiento consiste en uno o más antibióticos y un fármaco para reducir o neutralizar la acidez gástrica. Los utilizados con mayor frecuencia son las combinaciones de subsalicilato de bismuto (un fármaco similar al sucralfato), tetraciclinas y metronidazol. El omeprazol administrado con un antibiótico es también una combinación eficaz. Este tratamiento puede aliviar los síntomas ulcerosos incluso si las úlceras han resistido tratamientos anteriores o si éstas causan recidivas repetidas.

El misoprostol puede ser administrado para prevenir las úlceras gástricas causadas por fármacos antiinflamatorios no esteroideos. No existe acuerdo entre los médicos con relación a las circunstancias específicas en que el misoprostol debe utilizarse. Sin embargo, la mayoría está de acuerdo en que resulta beneficioso en algunas personas con artritis que están tomando dosis elevadas de fármacos antiinflamatorios no esteroideos. No obstante, el misoprostol no se usa en todos estos pacientes porque produce diarrea en cerca del 30 por ciento de ellos y porque tan sólo desarrollan úlcera péptica del 10 al 15 por ciento de las personas que toman fármacos antiinflamatorios no esteroideos para el tratamiento de la artritis. 


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